CEO Survey Analysis

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Desde la cancelación de un aeropuerto internacional en avanzado estado de construcción, hasta la firma del nuevo acuerdo de libre comercio con Canadá y Estados Unidos parece que los sucesos acontecidos durante el último semestre de 2018 tendrán una gran influencia sobre la trayectoria económica de México en la primera mitad de 2019.

Un nuevo gobierno toma las riendas

Tras la victoria aplastante en julio del año pasado, el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, mejor conocido como AMLO, asumió la presidencia en diciembre de 2018 con la promesa de reformar la economía fomentando para ello un crecimiento más inclusivo, y otorgando al gobierno un papel más destacado en el desarrollo del programa de crecimiento.

Durante los últimos meses, AMLO, que goza de un mandato sólido gracias al 53% de los votos, ha comenzado a poner en práctica su proyecto económico, tomando decisiones de carácter simbólico a la par que importante en lo referente al desarrollo de infraestructuras del país. Entre estas medidas se incluye: la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, diseñado por Norman Foster, y cuya obra llevaba más que un 30% de avance; la distribución temporal del petróleo por carretera en lugar de por oleoducto, para así luchar contra el robo de combustible; y el desarrollo de ambiciosos planes para construir refinerías y redes ferroviarias en la zona pobre sudoriental del país.

En este clima político y económico tan activo, los encuestados en el cuarto Barómetro Empresarial de OBG: Encuesta de CEOs en México han optado por mantener una actitud moderadamente optimista dentro de la nueva normalidad. Aunque ahora haya otro gobierno en el poder, las prioridades del sector privado siguen siendo en su mayor parte las mismas.

Ante una situación con elevados tipos de interés y una recién estrenada bolsa de valores, los participantes en la encuesta reiteran la necesidad de contar con instituciones fuertes, de innovar, de desarrollar la infraestructura, y de establecer una colaboración entre los sectores privado y público, al tiempo que se buscan nuevas formas de acceder al capital.

Menos optimismo a pesar de la renegociación del TLCAN

Con una duración de seis meses, el cambio de gobierno en México es uno de los más extensos del mundo. Esta situación ha provocado, obviamente, un cierto clima de incertidumbre entre la comunidad empresarial, y dado que las diferencias ideológicas entre el gobierno saliente y el entrante son bastante notables, esta inquietud ha sido más acusada que en otras ocasiones. Si bien el 72% de los CEOs entrevistados tiene unas expectativas positivas o muy positivas respecto a las condiciones de las empresas locales, se aprecia una notable caída con respecto al 88% obtenido en la anterior encuesta, lo que sugiere que la comunidad empresarial ha perdido confianza en la economía, aunque sólo sea de manera temporal y leve. Y esto, a pesar de llegar a un acuerdo en septiembre y de firmar en noviembre el TLCAN 2.0, conocido oficialmente como El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Al inicio de la administración del Presidente Trump en los EE.UU., esta negociación provocó una gran incertidumbre entre inversionistas y líderes empresariales.

Tanto los factores internos como externos han provocado indudablemente que haya un menor optimismo. Es muy probable que la falta de claridad arriba mencionada con respecto a las políticas públicas tras el cambio de gobierno haya sido el factor interno más determinante; sin olvidar un gran número de cuestiones externas, desde la actual guerra económica entre China y los EE.UU., hasta la desaceleración gradual de la economía estadounidense.

La investigación y el desarrollo siguen siendo una prioridad

Dado que la situación de incertidumbre a nivel internacional está fuera del control de los CEOs, es muy probable que la prioridad de éstos sea crear empresas lo más productivas y competitivas posible – un ingrediente clave es el desarrollo del capital humano.

Por cuarto año consecutivo, las habilidades más demandadas continúan siendo investigación y desarrollo (I+D), ingeniería y liderazgo; en las últimas tres encuestas, el I+D ha estado en lo alto de la clasificación, con un 28% de los encuestados calificando esta competencia como la más necesaria. Estos resultados muestran que para los líderes empresariales la capacidad innovadora sigue siendo uno de los factores más importantes para impulsar a las empresas y la economía, además de reconocer que la innovación va unida a otras capacidades más prácticas, como las habilidades técnicas asociadas a la ingeniería.

Para que las empresas mexicanas adquieran influencia a nivel internacional, además de una mano de obra altamente capacitada, éstas han de contar con la solidez financiera que les permita crear productos innovadores con un mayor valor agregado, y así integrarse mejor en las cadenas globales de suministro.

Hasta ahora el mecanismo más popular entre las empresas mexicanas para obtener capital ha sido la solicitud de préstamos, tanto a bancos comerciales, como a los bancos nacionales de desarrollo.

No obstante, uno de los resultados llamativos de la encuesta es el hecho de que los mercados de capital hayan sido elegidos como el mecanismo de financiación preferido entre los encuestados, un 29% de ellos lo votó como su opción favorita. Este dato resulta curioso en tanto que México tiene un nivel de actividad bursátil bajo en comparación con el tamaño de su economía. El país cuenta con una capitalización bursátil del 36% de su PIB, un porcentaje inferior al promedio del 42% de los países de América Latina y el Caribe, y notablemente inferior al promedio de la OCDE, con un 127%. Una posible explicación para este suceso es la apertura de la muy esperada segunda bolsa de valores, conocida como La Bolsa Institucional de Valores, o BIVA, que comenzó a operar en julio de 2018.

Para muchas de las pequeñas y medianas empresas del país, los mercados de capital mexicanos han tenido tradicionalmente un carácter elitista. Por lo tanto, es posible que esta muestra de popularidad y entendimiento marque un punto de inflexión para un país cuyas empresas, un puñado de multinacionales, se han mostrado reacias hasta ahora a acudir a los mercados de capital para financiarse.

En una economía como la mexicana, orientada hacia la exportación, todos y cada uno de los pilares del crecimiento económico están influidos por la infraestructura, la cual representa la piedra angular de muchas de las actividades de exportación que realizan empresas de carácter internacional. Los participantes en la encuesta destacan la necesidad de impulsar el desarrollo de la infraestructura energética y social, con un 29% y 28% de los votos respectivamente, dándole mucha más prioridad que a las necesidades de infraestructura de transporte.

En lo relativo a la energía, y tras casi seis años de la puesta en marcha de la reforma constitucional que el gobierno anterior llevó a cabo en el sector, ésta sigue siendo una prioridad para los líderes empresariales, sobre todo teniendo en cuenta que las áreas con una conectividad integral a la energía son también las más desarrolladas económicamente.

Esto es especialmente importante para las áreas más industrializadas enfocadas en la producción, como por ejemplo El Bajío, situada en el centro del país, o la ciudad de Monterrey, situada al norte. Para las industrias pesadas de estas regiones con un alto consumo energético, la promesa de una energía limpia y más barata resulta muy atractiva.

La necesidad expresada por los CEOs de mejorar la infraestructura social está en consonancia con las promesas de AMLO, quien pretende reducir la desigualdad mediante programas estatales enfocados en mejorar el bienestar social. Desde el punto de vista del mercado, se espera que las mejoras en infraestructura sanitaria y educativa den como resultado una población con una mejor salud, más productiva e innovadora, lo cual impulsaría de manera indirecta el crecimiento económico a medianoy largo plazo.

Un llamado para que aumente la colaboración público-privada

La colaboración público-privada es vital para la creación de infraestructuras, y es una pieza clave en su planificación, construcción y explotación, independientemente de cómo se desarrollen dichas infraestructuras. Esta ha sido la principal conclusión de la encuesta de OBG al preguntar a los CEOs cuáles eran sus prioridades para impulsar el crecimiento en sus respectivos sectores.

Alrededor del 39% de los encuestados afirmó que su mayor prioridad es aumentar la colaboración entre los sectores público y privado. Aunque durante el anterior gobierno se pusieron en marcha asociaciones público-privadas para la construcción de infraestructuras de carreteras, hospitales, telecomunicaciones y de servicios, los resultados de la encuesta sugieren que los líderes empresariales desean una colaboración aún más amplia, yendo quizás más allá de una colaboración financiera y operacional, y desarrollando un discurso estratégico entre los actores público y privado.

Asimismo, otras de las prioridades fueron las infraestructuras y un capital humano de mejor calidad, poniendo así de relieve la necesidad de que México desarrolle estructuralmente sus dos principales motores económicos. Alrededor del 21% de los participantes afirmaron que las comunicaciones y el transporte eran vitales para crecimiento en sus sectores. Desde la Reforma en Telecomunicaciones de 2013, la conectividad en México ha mejorado notablemente, sólo entre los años 2013 y 2016, se han sumando 20 millones más de usuarios a internet.

En comparación, el desarrollo de infraestructuras de transporte se ha quedado atrás en muchos aspectos. A tenor del periodo de incertidumbre en los meses siguientes al cambio de gobierno, los CEOs piden en general que el gobierno tienda puentes, tanto físicos como institucionales.

Dado que los resultados de la encuesta fueron recabados durante y tras la renegociación del TLCAN, éstos nos proporcionan una visión particular de las diferentes percepciones de los líderes empresariales. Antes de septiembre de 2018, la principal preocupación de los CEOs era el resultado de las negociaciones. En la anterior encuesta de OBG publicada en mayo de 2018, la circunstancia externa que más preocupación provocaba era la renegociación del TLCAN, donde un 64% de los encuestados lo consideró el factor externo más importante. En la actual encuesta, tan sólo un 14% opina de igual modo, si se tienen en cuenta solamente las respuestas obtenidas a partir de septiembre, mes en el que se firmo el T-MEC.

A partir de septiembre de 2018, y tras la escalada de tensión entre China y los EE.UU., la mayor preocupación de los CEOs pasó a ser el aumento del proteccionismo en el comercio internacional. Este resultado no resulta tan sorprendente, considerando que el crecimiento de la economía mexicana se basa en gran medida en una apertura comercial; el país tiene 12 acuerdos diferentes con 46 países, y por lo tanto podría verse muy afectado por una reducción en la conectividad económica a nivel global.

Al preguntar a los CEOs cuál creían que debería ser la principal prioridad del nuevo gobierno, éstos afirmaron de forma unánime que la nueva administración debería centrar sus esfuerzos en los asuntos internos.

Alrededor del 27% de los encuestados respondió que la mejora del Estado de Derecho es la máxima prioridad, seguida de cerca por la lucha contra la corrupción (24%) y la reducción de la violencia (19%). En comparación con la última encuesta, ahora el número de líderes empresariales a los que les preocupa una mejora en el Estado de Derecho ha aumentado en ocho puntos porcentuales, mientras que la preocupación por la lucha contra la corrupción ha caído en 12 puntos. Muchas voces sostienen que la clave para luchar contra la corrupción y la violencia reside en el Estado de Derecho, lo que sugiere que hay interés por un enfoque más integral, que promueva unas instituciones más fuertes y transparentes.