Economic Update

Published 22 Jan 2019

In English

La combinación de una economía estancada, alta inflación y la corrida cambiaria del verano pasado, junto con la petición de un préstamo de emergencia en el FMI, hicieron que el año 2018 fuese difícil para Argentina. Sin embargo, hay indicios de que a medio plazo se verán los frutos del programa de recuperación aplicado por el gobierno.

En su informe de Perspectivas Económicas Globales, publicado en octubre, el FMI pronosticó que el PIB argentino se contraería un 2,6% en 2018, revirtiendo el crecimiento positivo de 2,9% registrado el año anterior, manteniéndose así la volatilidad en la economía, la cual ha registrado un crecimiento negativo en cuatro ejercicios durante los últimos siete años.

Una serie de factores externos e internos fueron los causantes del desempeño de 2018, entre ellos las repetidas alzas en la tasa de la Reserva Federal de los EE. UU., una inflación persistentemente alta y las preocupaciones de los inversionistas sobre la capacidad real de Argentina para hacer frente a sus obligaciones, lo que llevó a una corrida cambiaria.

La moneda argentina perdió más del 25% de su valor frente al dólar a mediados de año, lo que llevó al gobierno a buscar un acuerdo de préstamo stand-by en el FMI por US$ 50 mil millones, el cual fue aprobado en junio y posteriormente actualizado a US$ 56.300 millones en septiembre pasado.

Sin embargo, el préstamo, combinado con la subida de las tasas de interés del 27,25% al 40%, tomada en el transcurso de ocho días entre abril y mayo, no logró frenar la depreciación del peso, que para fines de año ya acumulaba una pérdida de más del 50% de su valor frente al dólar. La paridad cambiaria solo se estabilizó después de que el Banco Central elevara su tasa de referencia a 60% en septiembre.

Mientras tanto, la inflación siguió subiendo aceleradamente a lo largo del año, desde niveles ya altos pero estables entorno al 25,6% en abril, pasando a un 48% en noviembre.

Los altos niveles de inflación y las altas tasas de interés ejercieron a su vez una fuerte presión sobre la actividad económica, mientras que una grave sequía redujo la producción agrícola, lo que en consecuencia llevó a la economía a una recesión.

El objetivo del préstamo del FMI es eliminar el déficit fiscal

La aprobación del préstamo a tres años del FMI fue el principal acontecimiento económico del 2018, pues llevó a la Argentina a comprometerse con una serie de reformas destinadas a mejorar la situación fiscal del país en el futuro.

Como parte del acuerdo, el gobierno se comprometió a reducir el déficit fiscal, estimado en alrededor de 2,7% del PIB en 2018, a cero en 2019, para luego avanzar hacia lograr superávit en el 2020.

Otras medidas incluyeron el poner en marcha una política monetaria más flexible, con el tipo de cambio determinado por el mercado y un compromiso de crecimiento cero en la base monetaria.

Al alcanzar una mayor estabilidad fiscal, el FMI predice una mejora económica en los próximos años, estimando que la tasa de contracción disminuirá al 1,6% en 2019, antes de volver a crecer a 2,2% y 2,5% en 2020 y 2021, respectivamente.

También se espera que este retorno gradual al crecimiento esté respaldado por mejores perspectivas en el sector agrícola, en particular en el segmento de la soja, donde se tiene la expectativa de mejorar los bajos rendimientos en la producción obtenidos durante la primera mitad de 2018, provocados por la grave sequía que afectó a gran parte del país.

La perspectiva de una mayor producción, en combinación con una mayor demanda de China, podría significar un aumento en las exportaciones y en las ganancias desde el inicio de 2019 en adelante.

Las reformas fiscales podrían retrasar el desarrollo de proyectos de infraestructura

Si bien los esfuerzos para reducir el déficit fiscal contribuyen a una perspectiva más positiva a medio plazo para la economía, es probable que las medidas de austeridad implementadas por el gobierno tengan un impacto sobre varias industrias y proyectos clave.

En diciembre, la agencia de calificación crediticia Fitch dijo que la industria de la construcción probablemente sería uno de esos sectores que sufrirá en el corto plazo, previendo una contracción de 1,4% en 2019, antes de regresar a una senda de crecimiento positivo en 2020.

Adicionalmente, Fitch destacó que los recortes presupuestarios probablemente afectarán las inversiones de capital, lo que a su vez desaceleraría el ritmo de crecimiento de la infraestructura de redes de tuberías de Argentina.

En 2016, el Ministerio de Transporte anunció que invertiría US$ 33.300 millones en el sector del transporte para 2019, y que gran parte de estas inversiones se materializaría en asociaciones público-privadas en los principales proyectos de carreteras, ferrocarriles, puertos y aviación.

Como parte de una aceleración en los planes, el gobierno había destinado US$ 6.800 millones para proyectos de infraestructura de transporte en 2018; se espera que a pesar los problemas económicos y las promesas para reducir el gasto se facilite el desarrollo de estos en 2019.

Calificación crediticia bajó, pero la perspectiva de la deuda se estabilizó

Los costos de endeudamiento de Argentina aumentaron durante el año 2018, en la medida en que las agencias de calificación rebajaron la calificación crediticia soberana del país.

El 12 de noviembre, S&P redujo la calificación crediticia a largo plazo de Argentina de B + a B, citando la erosión del perfil de la deuda, el bajo crecimiento económico y la dinámica de inflación del país.

Aun cuando bajó la calificación, S&P modificó la perspectiva de la deuda del país a estable, mejorando la evaluación negativa dada en agosto, antes del segundo acuerdo con el FMI. La revisión de la perspectiva hacia el alza fue el resultado de las expectativas de que el gobierno implementará medidas para estabilizar la economía, dijo la agencia.

 

 

Argentina: Year in Review 2018

En Español

A stagnating economy, surging inflation and a run on the peso combined to produce a difficult 2018 for Argentina as the country sought out an emergency loan from the IMF; however, there are signs the government’s recovery programme will reap benefits in the medium term.

In its global outlook report issued in October, the IMF forecast GDP to contract by 2.6% in 2018, reversing growth of 2.9% in the preceding year and continuing a volatile trend that has seen the economy record negative growth four times in the last seven years.

A series of external and internal factors were responsible for the 2018 performance, with US Federal Reserve rate hikes, persistently high inflation and concerns from investors over Argentina’s ability to make debt repayments leading to a run on the peso.

The currency lost more than 25% against the US dollar by mid-year, leading the government to seek a $50bn stand-by loan agreement from the IMF, approved in June and which was subsequently upgraded to $56.3bn in September.

However, the loan, combined with a hike in interest rates from 27.25% to 40% over the course of eight days in April and May, failed to stem the depreciation of the peso, which had lost more than 50% of its value against the dollar by the end of the year, only stabilising after the central bank raised its benchmark rate to 60% in September.

Inflation, meanwhile, climbed throughout the year, rising sharply from already high but stable levels of 25.6% in April to 48% in November.

The high levels of inflation and high interest rates subsequently placed a strain on economic activity, while a severe drought reduced agricultural yields, driving the economy into recession.

See also: The Report – Argentina 2018

IMF loan deal aims to eliminate fiscal deficit

The approval of the three-year IMF loan was the major economic development of 2018, and saw Argentina commit to a series of reforms aimed at improving the country’s fiscal situation moving forward.

As part the deal, the government agreed to reduce the fiscal deficit, estimated to be about 2.7% of GDP in 2018, to zero in 2019, before moving towards surpluses in 2020.

Other measures included the introduction of a more flexible monetary policy regime with a market-determined exchange rate and a commitment to zero growth in base money.

With greater fiscal stability, the IMF predicts an economic improvement in the coming years, forecasting the rate of contraction to ease to 1.6% in 2019, before returning to growth of 2.2% and 2.5% in 2020 and 2021, respectively.

This gradual return to growth is also expected to be supported by stronger prospects in the agricultural sector, in particular the soya segment, which is set to rebound from a poor yield in the first half of 2018 brought on by a severe drought affecting large parts of the country.

Higher projected output, combined with greater demand from China, could see a rise in shipments and earnings from early 2019 onwards.

Fiscal reforms could slow rollout of infrastructure projects

Although efforts to reduce the fiscal deficit are contributing to a more positive medium-term outlook for the economy, austerity measures implemented by the government are likely to have an effect on a number of key industries and projects.

In December ratings agency Fitch said the construction industry was likely to be one of those sectors to suffer in the short term, forecasting a 1.4% contraction in 2019 before returning to positive growth in 2020.

In addition, Fitch noted that budget cuts were likely to weigh on capital investments, which in turn would slow the pace of Argentina’s expansive infrastructure pipeline.

In 2016 the Ministry of Transport announced that it would invest $33.3bn into the transport sector by 2019, with much of this to take the form of public-private partnerships in major road, rail, port and aviation projects.

As part of an acceleration in plans, the government had earmarked $6.8bn towards transport infrastructure projects in 2018; however, the economic troubles and subsequent pledges to reduce spending are expected to ease progress in 2019.

Credit rating lowered but debt outlook stabilising

Argentina’s borrowing costs were pushed up during the year as ratings agencies moved to downgrade the country’s sovereign credit levels.

On November 12 S&P cut Argentina’s long-term credit rating from B+ to B, citing the erosion of debt profile, and of its economic growth trajectory and the dynamics of inflation.

While lowering the rating, S&P revised the country’s debt outlook to stable, up from the negative assessment given in August prior to the second IMF agreement. The upward outlook revision was a result of expectations the government would implement measures to stabilise the economy, the agency said.